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“Salvar una vida me hizo sentir que estaba en el lugar adecuado…”

“Salvar una vida me hizo sentir que estaba en el lugar adecuado…”

Hablar de uno mismo no es tarea fácil, sin embargo, trataré de contar quien soy, mi nombre es Edynson Rodolfo Lizarazo Vera, nací el 26 de febrero de 1977, desde mi infancia soñé con servirle a las personas que me rodean y encontré la manera de hacerlo como suboficial de la Fuerza Aérea Colombiana, desde mi especialidad como comando Rescatista de Personal “RP”.

Me formé académicamente en una escuela con principios y valores y al cursar el bachillerato, en noveno grado pensé en que quería ser sacerdote, desde ese momento ya tenía una inclinación hacia la vocación de servicio. Sin embargo, a medida que fui creciendo y madurando cambié de opinión, así que finalicé mi bachillerato y allí empezó a cultivarse mi deseo de ser militar, aunque para ese entonces no había la capacidad económica en mi casa, razón por la cual inicié una tecnología en una universidad pública.

Al culminar mis estudios me encontré con la oportunidad de incorporarme como suboficial de la FAC para la especialidad de Seguridad y Defensa de Bases Aéreas, después de recibir un volante donde estaba la información de la convocatoria, observé una serie de cursos y entrenamiento que me llamaron la atención, sin embargo no aparecía por ningún lado ser un rescatista.

Al cruzarme con esta oportunidad, no la quise desaprovechar, así que empecé todo mi proyecto de incorporación en el año 2001 y después de un proceso bastante selectivo fui aceptado para iniciar la carrera a partir del 16 de enero de 2002. La verdad no fue fácil, cada día de aprendizaje en la Escuela de Suboficiales “Capitán Andrés M. Díaz” era un reto muy grande. Sin embargo, con el pasar del tiempo el cuerpo y la mente se adaptaban de manera eficiente, así que superando obstáculos culminé el 18 de diciembre de ese mismo año, era un curso como se denomina en la Institución “Extraordinario” con el que la Fuerza Aérea buscaba innovar y así fue.

Después de varias capacitaciones y entrenamientos, me encontré con lo que se ha convertido en mi vida personal y laboral, como la tarea más importante que he logrado alcanzar, pues en enero de 2006 ingresé al curso como C-SAR, que quiere decir búsqueda y rescate en combate, por sus siglas en inglés (Combat Search and Rescue).

Luego, llegó el momento y tuve la oportunidad de realizar mi primera evacuación, me llevaron como observador para con esto, quedar totalmente preparado y poder ser autónomo, nos llamaron en reacción para salir por un soldado herido, su ubicación estaba a más de 90 kilómetros fuera de Yopal, Casanare, procedimos desde el Comando Aéreo de Combate No. 2, al llegar al área pudimos ver lo complicado de la maniobra, ya eran cerca de las nueve de la noche, nuestro hermano de armas había caído en un campo minado y el reporte decía que la mina antipersona le había mutilado su pie izquierdo, las condiciones meteorológicas no eran muy favorables, además de la situación de orden público en la zona. Aun así debíamos cumplir la misión, con la amenaza de un frente de la guerrilla de las FARC, llamada así en ese tiempo, se inició la evacuación insertando con la grúa a mi compañero de equipo y mentor y en la cabina quedé con un capitán, ellos dos, rescatistas con gran experiencia.

Confiaba todo el tiempo en las capacidades de la tripulación, en el piloto y copiloto para mantener en vuelo el helicóptero y en estacionario mientras el soldado era rescatado y por supuesto en quien descendió de la aeronave para salvar su vida.

Finalmente y a pesar de la amenaza, de manera exitosa logramos cumplir esta misión y al ver el rostro de este joven soldado profesional del Ejército Nacional de Colombia, quien con su pie mutilado, tenía una sonrisa de agradecimiento y en sus ojos un brillo que interpreté como una esperanza, entonces sentí que estaba en el lugar indicado y supe también que no quería dejar de cumplir esta labor sino hasta que Dios y mi Institución así lo quieran.

Salvar una vida es la oportunidad de convertirse en una esperanza y por eso hoy llaman a nuestra aeronave “Ángel de metal”, nuestro lema enmarca el amor por la misión que cumplimos la convicción de querer servir, pues dice así “PARA QUE OTROS PUEDAN VIVIR”.

De esta manera, agradezco a Dios por tener la oportunidad hoy, de servir a mi Institución y a mi Patria, portando orgullosamente el uniforme azul.

Autor
Comunicaciones Estratégicas CACOM-5

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